Para la psicología, los celos son una respuesta emocional al percibir una amenaza por la posibilidad de perder un vínculo interpersonal que ya tenemos. Sentir celos es normal y no tiene nada de malo, pero cuando se vuelven patológicos, provocan infelicidad en la persona celosa, e incluso pueden provocar daños físicos y/o emocionales a las personas de las que sienten celos.
Los celos están dentro de la categoría de emociones secundarias, es decir, que derivan de varias emociones primarias, como son el miedo y el enfado. Cuando sentimos celos, nos invaden sensaciones de angustia y de malestar, así como de rabia, resentimiento, impotencia, frustración, etc.
Como toda emoción, tienen una función adaptativa, que en este caso es la de defender nuestros propios intereses. Ya nuestros ancestros, cuando vivían en comunidad, se sentían amenazados por la aparición de otros individuos en su grupo social. Hoy en día, seguimos experimentando estas amenazas al sentir que podemos perder, a causa de un tercero, algo que consideramos valioso y que es de nuestra propiedad. Los celos son una emoción anticipatoria, de ahí que, en ocasiones, den lugar a comportamientos poco adecuados para prevenir ese desenlace.
¿Qué diferencia hay entre celos y envidia?
Si bien proviene de las mismas emociones primarias, miedo y enfado, la envidia se genera cuando percibimos que queremos algo que otra persona tiene y nosotros no. Lo que conocemos por “envidia sana”, sería cuando sentimos admiración por algo que posee otra persona, pero que aún deseándolo nosotros, no queremos que él/ella pierda ese privilegio. La envidia suele generar más sentimientos y sensaciones vinculadas al enfado que al miedo.
¿Qué tipos de celos existen?
No todos los celos tienen su origen en las relaciones interpersonales. También podemos sentir celos de personas por el simple hecho de pensar que ellos tienen más facilidad de cultivar una buena autoimagen de ellos mismos, sin que les cueste esfuerzo. Son celos que minan directamente nuestra autoestima, ejemplo de éstos son los celos laborales o de “autorrealización”.
Por otro lado, tenemos los celos de relación directa, donde el ejemplo más claro es el de los celos infantiles. Éstos aparecen a partir de los 18 meses, y se suelen prolongar hasta los 4-6 años. El caso más frecuente de celos infantiles es la llegada de un nuevo hermano, pero también se pueden producir entre iguales, sobre todo con la llegada de la adolescencia. Veamos en profundidad el primer caso.
¿Qué ocurre en el cerebro de un niño que siente celos?
Cuando los niños sienten celos, se tienen que enfrentar a estados emocionales como la ansiedad, la frustración e incluso la tristeza. En el rango de edad que hemos comentado, (2-6 años) en los niños predomina más el cerebro emocional frente al racional, puesto que éste aún no está desarrollado del todo. Carecen, por tanto, de estrategias para entender y canalizar esas emociones desagradables. A partir de los 6-7 años, su cerebro estará más preparado para racionalizar determinadas situaciones que le ayuden a regular sus emociones. De ahí la importancia de educar con educación emocional.
La parte del cerebro que regula nuestras emociones se llama amígdala, una estructura dentro del sistema límbico, que integra nuestras emociones. Las conexiones que se producen aquí, son las responsables de nuestras reacciones emocionales.
Cuando un niño siente celos, de su hermano o de otro niño, su amígdala se activa porque percibe al otro como una amenaza, y lo que quiere es alejarse de él/ella. No es que el otro niño sea un peligro real, pero tu hijo y su cerebro emocional lo conciben de este modo, de ahí sus conductas disruptivas de pegarle, pellizcarle, empujarle, etc. Realmente se está protegiendo de la posible pérdida de sus figuras de apego, y no sabe hacerlo de otro modo.
¿Cuáles son las causas de los celos entre hermanos?
Los celos en los niños a causa del nacimiento de un hermano se relacionan directamente con el concepto de apego y los vínculos afectivos entre el cuidador principal (madre/padre, etc.) y el niño. Desde esta perspectiva, los celos se manifiestan como una conducta afectiva defectuosa y ansiosa, por la que el niño expresa su miedo a ser abandonado por sus figuras de referencia hasta ese momento, y que aún le son imprescindibles para su desarrollo.
Durante la etapa de la primera infancia, donde el egocentrismo es máximo, y el niño es sometido a muchos cambios a causa de su nuevo hermano, el aprendizaje y la adaptación que haga el infante es clave para superar los celos.
La simple llegada a casa de un hermano no tiene porqué derivar siempre en conductas celotípicas. Hay más factores que intervienen:
¿Cuáles son las conductas típicas en niños celosos?
No es cuestión de generalizar y menos cuando hablamos de niños. Aun así, hay ciertos comportamientos que observamos en ellos cuando sienten celos:
Claves para prevenir y paliar los celos entre hermanos
Como todo en la vida, el trabajo de prevención es tanto o más importante que las estrategias empleadas cuando ya se ha producido la conducta a modificar. Os dejo algunas pautas preventivas para poner en marcha antes de la aparición de los celos:
A pesar de pongas en marcha todas estas medidas, los celos pueden aparecer, y más si es entre hermanos. Antes de aplicar alguna de las pautas que os comparto a continuación, es muy importante vivir los celos de tu hijo con la mayor naturalidad posible, y entender que los niños no tienen estrategias para afrontarlos, y que nosotros como educadores, debemos mantener la calma, mostrar comprensión y empatía y enseñarles herramientas para regularlos. Algunas claves sencillas para poner en marcha en nuestra familia serían:
Como conclusión, lo fundamental como educadores es entender que los celos son normales y habituales en la familia, y que, si en nuestro hogar impera un clima emocional estable, comprensivo y colaborativo, éstos desaparecerán según avance el desarrollo evolutivo del niño. En caso de que las conductas se mantengan en el tiempo, la intensidad sea mayor, y todo ello afecte a la felicidad de la familia, se aconseja pedir ayuda profesional para que nos orienten.
Por último, comparto contigo una reflexión por si te sirve y veas los celos desde una perspectiva más empática hacia tus hijos: Imagina que tu pareja, con la que convives y es el padre/madre de tu hijo, decide un buen día traer a otra persona a casa para convivir todos juntos. Es más, tu pareja te insiste en que no temas a nada, que te va a seguir queriendo igual y nada va a cambiar. Eso sí, esa misma noche ya tienes a esa “nueva persona” metida en tu cama. ¿Estás seguro de que nada en ti se removería? Así se sienten los niños ante la llegada de un hermano nuevo.
Cuídate
Adriana
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