Hoy os quiero hablar del desarrollo socioemocional de los niños y la importancia que tiene la familia en este desarrollo. Hace pocos días llegó a mis manos un informe a nivel europeo, sobre la percepción de estudiantes, entidades educativas y empresas, acerca del futuro laboral de nuestros niños y adolescentes. Parte de la información se centra en definir las competencias que deberían potenciar los estudiantes para que su inserción y desempeño en el entorno laboral (dentro de unos diez años), sea lo más ajustada posible a las exigencias del mercado. Algunas de estas competencias son:
Por otro lado, el informe también abre debate sobre en quién recae la responsabilidad de inculcar estos conocimientos a los estudiantes. La mayor parte del peso se le adjudica a las Universidades, porque se considera que son las entidades que deben difundir ese conocimiento. Si bien es cierto que el informe también pone el foco en colegios y empresas para potenciar estos conocimientos, para nada hace alusión a las familias como parte de ese aprendizaje.
Llegados a este punto, y habiendo leído este informe y muchos otros con el mismo enfoque, me gustaría reflexionar con vosotros sobre el papel tan importante, a mi parecer, que jugamos padres y madres en la educación de los futuros profesionales, nuestros hijos, y la poca visibilidad y ayuda que se nos presta. Y, aun siendo consciente de que poco a poco las familias nos involucramos más y más cada día, considero que queda mucho por hacer como sociedad.
A través de estas líneas, me gustaría exponer por qué creo que las familias jugamos un rol fundamental a la hora de educar a nuestros hijos en esas competencias. Me centraré en las habilidades intra e interpersonales, que son la base de la inteligencia emocional, y donde considero que recae nuestra mayor responsabilidad.
Me gustaría resaltar en este punto la importancia que tiene el que ayudemos a nuestros hijos a desarrollar su propio autoconocimiento (base de la inteligencia intrapersonal). Tal cual está montado el sistema, es muy fácil que nuestros hijos entren en la rueda y se dejen llevar por “estudio lo que me dicen”, “estudio lo que me dicen mis padres, o mis profesores, o por lo que hacen mis amigos”. Y está muy bien tener la opinión de todos estos grupos, pero ¿y si involucráramos más a los niños en su propio desarrollo y autoaprendizaje? ¿Y si tú como padre o madre, le ayudaras a descubrir sus talentos, a conocer cuáles son sus sueños para que después luche por ellos? Para ello es muy importante que le ayudes a ser consciente de qué cosas le gustan, qué se le da bien hacer para seguir potenciándolo, y en qué debería mejorar por si eso le acerca más a su sueño.
Te animo a acompañar a tu hijo a que desmonte creencias que le impidan avanzar. Muchas veces, por las experiencias que viven los niños con algo en especial, piensan que ya no van a poder hacer una cosa determinada. Démosles la oportunidad de revisar sus juicios y desmontarlos si es preciso, para que conviertan esas creencias limitantes en creencia potenciadoras. “¿Qué hay de real en eso que piensas?. Quién lo dice, ¿tú o tus amigos?. ¿Cómo de importante es eso para ti? ¿Contra quién o qué lo estás comparando? ¿En qué otras ocasiones te ha funcionado?” Este tipo de preguntas son las que utilizo en los procesos de coaching con mis clientes. El objetivo es que la propia persona (tu hijo), sea capaz de pensar de manera distinta. Con nuestros hijos podemos hacer lo mismo. Pregunta para indagar, para que tu hijo reflexione por sí mismo, y llegue a sus propias conclusiones.
Gran parte del conocimiento y la gestión de las emociones que tenemos como adultos, nos es inculcada en nuestras familias cuando somos pequeños. El cómo nuestros padres reconozcan en ellos mismos sus emociones, va a determinar la manera en cómo nos permitamos vivir esas emociones de adultos. Cuando eras pequeño, ¿cómo aceptaban tus padres el enfado? ¿Te permitían estar enfadado y te explicaban para qué servía y cómo podías afrontarlo? Esta es nuestra misión como padres. Conocer para qué sirven las emociones, qué tienen que contarnos cada vez que sentimos una, y cómo debemos actuar. Si a partir de leer este artículo, cuando veas a tu hijo enfadado reflexionas antes de decirle “¡no te enfades, no merece la pena!”, ya ya estarías dando un gran paso. “Veo que estás realmente enfadado, ¿te gustaría contarme qué te ha pasado?, ¿qué piensas al respecto? ¿cómo puedo ayudarte?, ¿qué puedes hacer para alcanzar tu objetivo?”. Estas son frases que nos permiten conectar con nuestros hijos, y generar el vínculo emocional que cultivará la confianza en nuestra relación con ellos.
Si te pregunto sobre qué habilidades interpersonales te gustaría que desarrollasen tus hijos, seguramente compartas conmigo la importancia que tiene la escucha, la empatía, o la asertividad, entre otras. Gran parte de mi carrera profesional la he desarrollado gestionando formación para que los empleados puedan desarrollar estas capacidades. Y vaya por delante que, aunque alabo el papel tan importante que juegan las empresas en el desarrollo de las personas, me sigo preguntando, ¿de verdad que tenemos que formar a personas con treinta o cuarenta años en estas habilidades? ¿No sería más productivo y eficiente para todos, que los profesionales se incorporasen en las empresas con estas habilidades ya desarrolladas? Las familias tenemos una excelente oportunidad para enseñar a nuestros hijos a ser empáticos, siempre y cuando tú te muestres empático con él. A gestionar el enfado a través de una respuesta asertiva, siempre que tú te muestres asertivo con él. A enseñarle que, para escuchar activamente, lo primero es estar en silencio, dejar hablar al otro, y “apagar tu radio” para entrar en su mundo.
Estos ejemplos son solo parte de todo lo que podemos hacer desde casa, pero ¿estamos las familias realmente preparadas para abordar la educación de nuestros hijos desde esta perspectiva? La respuesta a esta pregunta es lo que me llevó, en parte, a desarrollar la Escuela de Padres de D&D Coaching, donde a través de talleres vivenciales acompaño a padres y madres a que desarrollen estas habilidades para que luego las trasladen a sus hijos.
¿Te interesa? Estate atento a las próximas ediciones de Inteligencia Emocional y Disciplina Positiva.
Un abrazo.
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Un comentario en “La familia como base para el desarrollo socioemocional de nuestros hijos”
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