Si leiste la anterior entrada, y has reflexionado sobre los conceptos expuestos, coincidirás conmigo en que gran parte del trabajo en la regulación del enfado de nuestros hijos, recae en nosotros mismos como padres y educadores. Si aún no lo has leído, te invito a que lo hagas antes de empezar con esta. (Primera parte).
La gran paradoja
Como decía, para ellos es fundamental mantener la calma y educar desde ahí. Porque, ¿qué pasa cuando corregimos a nuestros hijos en el momento en que salta la tapa de la olla a presión? Todos sabemos que nada productivo. Qué gran paradoja es que queramos enseñar a los niños a no gritar, a no pegar, a no intimidar, etc., y que justo en esos momentos, la mayor parte de las veces nos dirijamos a ellos gritando, pegando algún que otro cachete, e intimidando con nuestros sermones. ¿Y luego nos sorprendemos que nuestros hijos griten, peguen y sermoneen a otros? Simplemente están poniendo en práctica lo que ven a su alrededor. Lo que sucede, es que los niños son magníficos aprendices, de lo bueno, sí, pero también de lo “no tan bueno”. Los padres somos para ellos espejos donde mirarse, y si el espejo le devuelve rabia, ira, rencor, humillación, culpabilidad, miedo, ¿sigo?, eso es lo que les estaremos inculcando. Y ojo, que para un niño, lo que hace o dice su padre o su madre es sagrado, asi que aunque él mismo sienta ira, rencor, odio, miedo, ten por seguro que creerá que esa es la manera correcta de educar y de dirigirse a los demás.
Todas las herramienta de Disciplina Positiva dejan de lado estas emociones que provocamos en los niños de culpabilidad, vergüenza y humillación. Por el contrario, fomentan el respeto mutuo, que significa tener respeto por las necesidades del niño, de la situación, y las mías propias como padre/madre.
Decíamos que es bastante común que los niños, y particularmente entre los 12 y 36 meses, saquen su cerebro reptiliano a pasear con bastante frecuencia. Las famosas rabietas. Pero no solo a esta edad se tienen conductas “poco adecuadas”. Es importante tener en mente el estadío evolutivo en el que se encuentra nuestro hijo, para determinar si una conducta es adecuada o no. Y desde luego, tampoco podemos olvidar que la corteza prefrontal, que es la encargada de regular las emociones, no termina de desarrollarse hasta los 25-30 años. Esto significa que por mucho que nuestros hijos lo intenten, muchas veces no podrán regularse ellos solos porque su corteza cerebral no está preparada.
La Teoría Individual y una explicación de la “mala conducta”
En esta segunda entrada me gustaría introducir uno de los conceptos de la Teoría Individual de los psicólogos Alfred Adler (y su discípulo Rudolf Dreikus). Ambos, desarrollaron la idea de que el principal objetivo de toda conducta es pertenecer a un grupo y ser significante (conexión). Los niños son seres sociales y toman decisiones sobre ellos mismos y sobre su conducta, en base a lo que creen que los demás piensan de ellos, y en base a cómo se ven en relación a los demás. Por eso, cuando un niño se porta mal, lo hace para pertenecer, y los padres lo vemos como una mala conducta. Si profundizamos un poco más, os diré que los niños adoptan creencias equivocadas de cómo obtener esa conexión. Concretamente, nuestros hijos actúan bajo cuatro creencias o metas erróneas de comportamiento para lograr pertenencia e importancia.
“Los niños son buenos observadores y muy malos intérpretes”. Rudolf Dreikus
Cuatro creencias o metas erróneas de comportamiento
A continuación os muestro lo que piensan los niños en cada una de las metas erróneas:
Tenemos dos claves para saber cuál es la meta equivocada de nuestro hijo en cada momento. Por un lado, es importante que reconozcamos el sentimiento que nos provoca esa conducta, y por otro, debemos prestar atención a la respuesta que da el niño cuando le decimos que pare.
En cuanto a los sentimientos que tenemos los padres en cada una de las metas erróneas de comportamiento, tu hijo tendrá la meta errónea de:
En segundo lugar, es interesante observar las respuestas que suelen dar los niños cuando les pedimos que abandonen la conducta poco adecuada.
Descifrando el código de la mala conducta
Nuestra labor como padres, es descifrar el código que hay detrás de la mala conducta, y determinar qué tipo/s de creencia/s está teniendo nuestro hijo en cada momento. Cuando no se comprenden las creencias detrás de la conducta, lo único que hacemos es reaccionar ante el mal comportamiento, en lugar de preocuparnos de la creencia. Esto es lo que solemos representar con la imagen del iceberg, donde la mala conducta es lo visible a los ojos de los padres, y las creencias, sentimientos, valores, quedan por debajo del iceberg y no es tan obvio de visualizar.
Una vez que entendamos que la mala conducta es producida por falta de motivación, será más fácil para nosotros estimular a los niños.
«Los niños estimulados no necesitan portarse mal». (Rudolf Dreikus).
Y motivar, dista mucho de castigar, dar sermones u otras formas de culpa, humillación o vergüenza. Motivar es involucrar al niño para que coopere y colabore. Cuando conseguimos involucrar a los niños en las decisiones que tomamos los adultos, ellos mismos regulan su conducta y enseguida quieren ser partícipes de la solución al problema, porque no olvidemos, que los niños buscan pertenecer y ser significantes ante sus padres.
¿Qué podemos hacer para estimular a los niños en función de la meta errónea de comportamiento que tengan?
En los talleres de Disciplina Positiva, trabajamos con todas estas metas, para que los padres y educadores aprendan a hacerse conscientes de cuáles son las más habituales en sus hijos, y así reaccionar de una manera u otra.
Técnicas de regulación emocional para tu hijo
Por último, te muestro algunas técnicas que ayudarán a tu hijo a enfriarse (enfriarse y entrar en el área de gestión emocional donde el niño podrá dar una respuesta asertiva ante su enfado).
Aunque hayas procesado toda la información, e incluso hayas puesto en marcha alguna de las recomendaciones, he de decirte que tu hijo es experto en activar la tecla exacta para sacar tu cerebro reptiliano a pasear. Aun así, te animo a seguir el camino de la calma para conseguir una educación responsable, basada en la gentilieza y la firmeza.
Para terminar, por favor no olvides que el humor es muy importante a la hora de calmar la ira, y que los niños no saben que «las pilas se nos acaban» y que ellos siguen en su camino de exploración, en busca de soluciones creativas y novedosas.
Los niños transitan por su camino de vivir la vida, tal cual es para ellos, no para ti.
Toda esta teoría y los ejercicios para ponerla en marcha, es lo que trabajamos en los talleres de Disciplina Positiva con padres, madres y educadores. Si te interesa, te invito a participar en alguno. Puedes ampliar información en el espacio de Escuela de Padres de D&D Coaching.
Un abrazo,
Adriana
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3 opiniones en “Mirando más allá del enfado y «las conductas poco adecuadas» de nuestros hijos (parte II)”
Es una lástima no haberte descubierto treinta años atrás, cuando comenzaba mi andadura educadora (ya sé que en esos momentos sólo pensabas en jugar) . Me parece muy interesante y sobre todo una gran ayuda en esos momentos en los que todos los padres nos sentimos perdidos cuando la situación se nos escapa y no sabemos bien cómo actuar. Enhorabuena.
Gracias Mari por tus palabras de aliento. Esta es una de las bellezas del ser humanos, que hagamos piña y nos ayudemos unos a otros, y más en esta labor tan complicada y bonita al mismo tiempo. Gracias por acompañarme.
Adri
Esta genial el post. Reciba un cordial saludo.